lunes, 15 de noviembre de 2010

VUELO 315



Nueve y veinte de la mañana, y en el aeropuerto.
Se me vienen tantas cosas a la cabeza, que no me dejan pensar en todo lo que habré dejado atrás, dentro de exactamente de 30 minutos.
“Vuelo 315, con destino a España, embarquen por la puerta numero 5”, avisan desde los altavoces.
Es ese, ese es mi avión. Aquel vuelo que me cambiaría la vida por completo, aquel vuelo que hará que deje tantos recuerdos atrás, los amigos, la familia, mis alumnos de segundo ilusionados por aprender cosas nuevas…
Decidido a descubrir un lugar nuevo, a vivir experiencias en solitario y a buscar una vida mejor, entro en el avión.
Nunca antes había pisado uno, y además tan grande. Con tres filas de asientos y dos plantas.
Empecé a notar como  el avión ascendía y a su vez me entraba un cosquilleo por el estómago. Nunca había visto este paisaje, tan azul, repleto de nubes esponjosas y blancas. Con la música de los cascos, y el cansancio acumulado se van cerrando los ojos…
Me desperté porque aterrizamos. Nervios incontrolables recorrían mi cuerpo.
Bajé  por las escaleras y lo primero que divisé fue un cartel con mi nombre, supongo que ese es el grupo de personas que me vienen a buscar.
¿ Cómo será mi nueva vida en Barcelona?

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